Autor: Adela Basch
Ilustrador: Héctor Borlasca
Editorial: Abran Cancha
Colección: Galope
Año: 2022
Páginas: 32
Tamaño: 20 x 20
Encuadernación: tapa blanda
Edad recomendada: a partir de 6 años
Descripción:
Unos animales que son muy reales es un libro que juega con la imaginación y pone en primer plano la mirada libre y desbordante de las infancias. Todo empieza cuando aparecen animales de colores inesperados: una perra verde, un gato rojo, un conejo azul… ¿Pueden existir? Para los adultos, no. Para los chicos, claro que sí.
Con el humor y la inteligencia que caracterizan a Adela Basch, la historia construye un diálogo delicioso entre lo que se considera “real” y lo que nace del juego y la fantasía. Las ilustraciones de Héctor Borlasca acompañan este universo con trazos expresivos y colores vibrantes, ampliando el sentido del relato y potenciando la sorpresa en cada página.
Por qué lo amamos:
Porque defiende la imaginación sin pedir permiso, porque celebra la voz de las infancias y porque nos recuerda que lo “real” también puede ser lo que soñamos, inventamos y compartimos jugando.
$17.000,00
Precio final: $14.450,00
Autor: Adela Basch
Ilustrador: Héctor Borlasca
Editorial: Abran Cancha
Colección: Galope
Año: 2022
Páginas: 32
Tamaño: 20 x 20
Encuadernación: tapa blanda
Edad recomendada: a partir de 6 años
Descripción:
Unos animales que son muy reales es un libro que juega con la imaginación y pone en primer plano la mirada libre y desbordante de las infancias. Todo empieza cuando aparecen animales de colores inesperados: una perra verde, un gato rojo, un conejo azul… ¿Pueden existir? Para los adultos, no. Para los chicos, claro que sí.
Con el humor y la inteligencia que caracterizan a Adela Basch, la historia construye un diálogo delicioso entre lo que se considera “real” y lo que nace del juego y la fantasía. Las ilustraciones de Héctor Borlasca acompañan este universo con trazos expresivos y colores vibrantes, ampliando el sentido del relato y potenciando la sorpresa en cada página.
Por qué lo amamos:
Porque defiende la imaginación sin pedir permiso, porque celebra la voz de las infancias y porque nos recuerda que lo “real” también puede ser lo que soñamos, inventamos y compartimos jugando.